sábado, 5 de noviembre de 2011

Los sueños sueños son.

-Si hay una aficción nocturna que admiro profundamente son los viajes oníricos que hacen que se alargen un poco más las vivencias del día a día.

Esas visiones irracionales que invaden mi cabeza son ante todo un fenómeno curioso en el que estoy en todas partes y al mismo tiempo en ninguna en particular. Si me encuentro en las Bahamas disfrutando de un zumo de piña mientras me resguardo del sol bajo unas palmeras repletas de cocos, me es inevitable escabullirme entre el desfiladero de montañas nevadas vistas a lo lejos donde los monjes de Shaolin aguardan al otro lado de la costa.

No hay necesidad de pillar un avión a las seis de la mañana, muy a pesar de los deliciosos bollos de crema que sirven las azafatas del Iberia, basta con imaginar a unos dromedarios bebiendo en el Nilo y a la gran esfinge de Guiza para adentrarse en las profundidades del Egipto.

De vez en cuando es posible enfrentarse a alguna pesadilla en forma de típico profesor moreno de la era victoriana con chaqueta de traje, código civil en mano y mirada de haber cometido un genocidio con la mitad de la población. Antes aquello suponía el fin de una idílica estancia en el paraíso, depués me dí cuenta de que imaginando a la duquesa de alba dándole un morreo a cualquier especímen que se le pareciera pondría fin al momento tragicómico.

Por el contrario, los sueños que proceden de las siestas de después de comer no son muy estables, siempre interrumpidos por el vibrador del móvil que se desliza sobre la mesa, esperando a ser salvado de una caida de mas de medio metro con el felpudo como destino. Da igual lo alto que grite, lo único que me provocará será un revolcón más entre el muro de sábanas que me envuelve como un capullo en estos días de despegue otoñal. Claro, ahora la gente espera que uno coma la carne cruda sin lavarse las manos y que se pierda el postre para inmediatamente después ir a jugar a los bolos o coger unas olas en sopelana.

Que el móvil suene y que el arbitro diga "tiempo muerto", porque los sueños sueños son.

sábado, 29 de octubre de 2011

El día anterior.

-Uno se levanta a las 8.00 de la mañana tras una noche de fiesta en casa, al más puro estilo norteamericano, y se pregunta si debería haberse quedado tendido sobre aquella hamaca que tan ilusoriamente lo trajo al ardor de después de las 12.00 o haber optado por un simple juego de miradas.

Hay veces en las que te mojas, quieres dar un paso más porque cada minuto es una sorpresa nueva que droga la mente del curioso y piensas que el capítulo siguiente te hará vivir un nuevo sueño. Al día siguiente, fuera de las luces mortecinas y de los cálidos abrazos del gentío todo se paraliza.

En ese momento puede que fugarse haga que pierdas otro valioso tren y desearías una noche de soledad, otras veces nos ponemos las cadenas, atamos los cuerpos y decidimos afrontar un destino perdido. Buscamos el límite entre la aventura y la locura, pero nunca vemos el cartel de stop.

Es la resaca emocional del "no borracho" del día anterior.