viernes, 12 de octubre de 2012

Cuestión de principios.

Encontrar un estilo de vida y seguirlo hasta las últimas consecuencias no parece tarea fácil hoy día. La mayor parte del mundo se mueve como la plastilina, deformada y pisoteada por manos versátiles que devoran el mundo a su paso.

Buscan marcas en otros porque no las encuentran en si mismos para posteriormente echarles la culpa cuando se dan cuenta de que no solucionan sus problemas del día a día. Después se sienten indefensos como niños de 7 años abandonados a su suerte en una selva de bestias salvajes.

Creen pertenecer a la sociedad porque cumplen ciertos estándares preseleccionados antes siquiera de que nacieran y no se atreven a cuestionar las reglas de la naturaleza de las cosas. Porque es mucho más fácil escoger el sendero de la pasividad ya que da una cierta sensación de calma y no supone ningún enfrentamiento.

 Pero tarde o temprano llega la tempestad y la vida nos pone a prueba con pequeños obstáculos en forma de desamores, situaciones de conflicto, pérdidas materiales, etc... Nadie se salva en esta isla de caimanes.



Entonces en algunos se enciende una luz en la cabeza y ante la situación de tensión se guían por unos ideales o principios que han decidido no someter ante nadie salvo su propia conciencia. A día de hoy todavía recordaré una de las ideas más gráficas que aún acuden a mi mente: "Sólo hay una cabeza con la que tienes pensar, y no está abajo".

Pero para hablar de principios, primero habrá que descubrir los límites que cada uno en las actividades de su vida está dispuesto a implantar, desde en el mundillo de las relaciones de pareja y la amistad hasta en las negociaciones con el jefe; y después de haber creado el territorio propio de cada uno definido en base a unos valores defendidos por el ser único contar con la voluntad de mantenerlos firmes cada día.

A mi parecer el camino hacia el autorespeto parte de una mente clara que persigue esa actitud de ser responsable con su ética personal (lo que para algunos se consideraría un auténtico "dilema moral"). Cuidar de ella cuando las nubes cesan y se termina el conflicto, le hace a uno sentirse el cápitan de su propio barco y todas las pérdidas derivadas de tal comportamiento se desvanecen.

El miedo entonces tendrá que buscar la puerta de salida, y sino se la señalas.

Asegúrate de cerrar la puerta al salir ;).

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